ANDRÉS MORANTES | andres@morantes.com
Licenciado en Letras y Liderazgo. Especialista en Administración de Negocios. Fotógrafo y Diseñador Visual. Teólogo y Especialista en Gestión Ministerial. Coach de Vida, Ontológico y de Equipos. Ha trabajado durante más de 20 años en marketing, creatividad y fotografía para organizaciones privadas y sin ánimo de lucro. Es autor y editor de varios libros y ofrece consultoría y coaching en liderazgo, creatividad y comunicaciones.
Bogotá, 24 de Octubre de 2024
La historia de Marta, quien fue traicionada por un amigo, ilustra de manera conmovedora la lucha interna que muchas personas enfrentan al intentar perdonar. La amargura la consumía y, aunque sabía que debía perdonar, el dolor la retenía. Sin embargo, al escuchar las palabras de Jesús en Mateo 6:14: “Porque si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial”, comenzó a comprender que el perdón no solo liberaba a quien la había herido, sino que también la liberaba a ella misma.
Al decidir perdonar, Marta experimentó una paz que sobrepasaba todo entendimiento, una paz que Dios le otorgó al dejar de lado la carga del resentimiento. El perdón es uno de los pilares fundamentales de la vida cristiana y, aunque muchas veces es mal entendido, tiene un poder sanador tanto en el ámbito emocional como en el espiritual.
Como destaca este capítulo, perdonar no significa ignorar el dolor ni olvidar la ofensa, sino liberar a la otra persona de una “deuda” emocional y permitirnos a nosotros mismos avanzar. Efesios 4:32 nos exhorta a perdonar como Dios nos perdonó a nosotros. Esto significa que al entender el perdón que recibimos de Él, podemos también otorgarlo a los demás, reflejando así Su carácter en nuestras vidas. Perdonar no es fácil; de hecho, es un proceso complejo que puede llevar tiempo.
La Biblia nos invita a buscar a Dios en este proceso, porque solo Él puede darnos la fuerza y la perspectiva necesarias para liberar el rencor. Salmos 73, por ejemplo, muestra al salmista luchando con la injusticia y el dolor, hasta que al entrar en el santuario de Dios, encuentra claridad y paz. Esta misma claridad es la que necesitamos cuando enfrentamos el desafío de perdonar. Los beneficios del perdón son profundos: no solo restablece la paz en nuestras relaciones, sino que también sana nuestro corazón y nuestra mente.
La ciencia respalda esta verdad bíblica: el perdón reduce el estrés, la ansiedad y la depresión. Proverbios 14:30 nos recuerda que “el corazón tranquilo da vida al cuerpo, pero la envidia carcome los huesos”, una enseñanza que subraya cómo el perdón favorece nuestra salud emocional y física. El perdón también abre la puerta a la reconciliación y la restauración de relaciones. Colosenses 3:13 nos exhorta a perdonar porque Dios nos ha perdonado primero. Este acto, aunque desafiante, nos libera de las cadenas del resentimiento, fortaleciendo nuestras relaciones y permitiéndonos vivir en comunidad.
El perdón que recibimos de Dios es el que nos motiva a perdonar a los demás. 1 Juan 1:9 nos asegura que si confesamos nuestras faltas, Él es fiel y justo para perdonarnos. Al experimentar Su perdón, somos impulsados a orar por quienes nos han herido, pidiendo a Dios que cambie nuestro corazón y nos ayude a vivir en la libertad y paz que solo el perdón puede traer. Este capítulo de “Cambia Tu Mente: Psicología Práctica desde una Perspectiva Bíblica y Cristiana”, es una profunda reflexión sobre el poder transformador del perdón en nuestras vidas.